Redoble de serpientes

Redoble de serpientes

                                      

Llegó la soledad.

Parálisis de noche oscura

que se revuelve turbia        

y aprieta su mordaza gota a gota,

atornillándome los labios.                      

 

Llegó la soledad.

Y ni si quiera el vuelo abigarrado

hacia la estepa blanca de unas manos,

confunde su dentera, su quejido.

 

Llegó la soledad.

Alma y sombra,

danza estridente, descompuesta

donde la fiera bebe de tu ombligo

y esperas sudoroso,

a que muerda su lengua en tu vacío.

 

«Nuevo manual de inexperiencias, Devenir, 2011»

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La llama eterna

Aveces las cenizas son suficientes, para de nuevo ver la llama eterna.  

 

VII. La llama eterna

                                                                                                           Para  Antonia Galian Jiménez

Tras la puerta

la plenitud de tus ojos

desbordaba el instante

y su letargo,

incendiando la llama

que latente se esconde en mis pupilas.

 

Después del infierno

de las horas sin tregua

de cuchillos voraces,

que armados con el filo de la duda

desangraban solemnes

cada gota, cada perla

transparente,

que encontramos dormida en tus mejillas.

Después que derramados

en la escarpada sinrazón de los cautivos,

andando como un río sin caderas

que diluye cicatrices -anegadas-

en la anestesia intermitente de los días.

Después apareces

tras la puerta

-sigilosa-

expandiendo el instante

cual halo que palpita

misterioso,

en el profundo centro del olvido.

 

«Nuevo manual de inexperiencias», 2011, Devenir. 

Comentario de Don Manuel Ríos a «Nuevo Manual de inexperiencias»

Comentario de Don Manuel Ríos, licenciado en filología hispánica, a mi primer poemario:

En su obra, el poeta manifiesta una calidad que suscita un sentimiento hondo de belleza por medio de la palabra, con verbo profundo y cálido y exquisita lírica. En la retórica, embellece la expresión de los conceptos y da a su lenguaje escrito eficacia para deleitar, persuadir o convencer al lector con suma maestría.

 

Ceniza y ramas secas

Ceniza y ramas secas

Ahora que son libres
los últimos peldaños del abismo,
que convertidos en astillas
ya flotan remolcados por el tiempo
hacia el tibio latir del horizonte.

Ahora tú regresas
sigilosa, latente,
como un sueño de escarcha
que despierta implacable
su anhelo de frescura,
en cada gota suspendida en el pasado.

Ahora, recuerda que te fuiste
y el lento entretejer
de las arañas, en el vientre
de tu pecho, callando
cuidadosas, el puro estremecerse
de la vela.

Ahora que son libres
resucitas,
éste vaivén de tibias amapolas
mecidas al suspenso de la espuma,
vibrando como lenguas
de una llama
antaño perceptible.
Y agarras firmes
las cenizas,
confiada en el augurio que proclamas
con fe del que despierta
sumido en la ignorancia de su sueño.

Bien sabes que olvidaste
soñolienta,
la virtud de exprimir hasta las brasas
el dormido fulgor de las cenizas.

Nuevo manual de inexperiencias. Devenir.2011

Creer

Creer

                                                                                                       Para Angélica Cerezo Manchado

¿Por qué creo en ti

si ya te fuiste

y no nos queda sino arena?

¿Por qué mares de plata, en insondable movimiento

ondulan en mis ojos cual velamen

ferviente ante el descanso de la brisa?

¿Por qué creo en ti?

Será que creer es el sendero

que eligen los esclavos del olvido.

Réquiem por un sueño

Poema con gran influencia en las lecturas de la poetisa Dionisia García, a la que además tomo prestado el verso «en un jaular sin vuelo» en este poema. 

 

Réquiem por un sueño

                                                                                                  

Días pasando

atrapadas las redes del suicidio,

noches en tregua

en parpadeo de jirones titilantes.

Antiguo relicario

mar de cristal

con su hielo fundido día a día,

cuando perenne

acudo a la oración desesperada:

Aurora de maitines

segundos de un fulgor -que al alba fuera eterno-

temblando, lentamente,

como frágiles hojas del otoño.

Para siempre, mi Amor,

-en tu rostro lejano un para siempre-

y hendido en los ijares

pesado como plumas de gangrena

en un jaular sin vuelo,

plomizo y terregoso.

Suenas lejana,

a millares de lunas de un augurio

«Valencia y nuestra pequeña historia de verano»

Valencia  y nuestra pequeña historia de verano

                                                                              Para mis primos.

Cuantas veces

en las tibias noches de Agosto

cuando la Luna ocupa el firmamento

-con esa potestad de lo que es suyo-

me he acordado de vosotras

alegres noches de estío.

Cuantas veces

después que extenuados

de burlar el precipicio de sus ramas

y exprimir el color de sus naranjas,

despiertos y en la cama

-inocentes-

cual frágiles lobeznos

hablamos bendecidos por la Luna.

Y aunque hablamos tan llenos de inconsciencia

-que dicen los mayores-

del más mínimo sueño introvertido

que brotara entre risas

de los labios desnudos cual chiquillos.

Esas noches

-dormido ya el resto de la casa-

conseguimos abrir aquella puerta,

cerrada según dogma

a la hora irreverente de los grillos,

para ver diluirse

-misterioso-

el manto azul de las estrellas.

Cuantas veces me he acordado de vosotras

vivaces noches de estío.

Y es ahora,

sentados al remanso de la plaza

después de una noche

entre vidrios vacíos y ceniza,

entre historias de escarcha

que condensan

y se ofrecen a los pies

de la diosa madrugada.

Ahora es cuando he visto,

aquel fulgor antiguo en nuestros ojos

que nace cuando un niño

y en secreto, contempla,

desnudo el blanco vientre dela Luna.