Agua

image

El agua,
continuó sucederse de la vida,
que nos muestra el misterio de sus cauces
y vértebra-imposible-
las viejas cicatrices de la tierra.
El agua,
fuente de luz inagotable,
que sacia nuestra sed
y entumece los párpados del tiempo,
cólmanos pura,
redime la pobreza de una lágrima,
y que su leve redondez
-escasa y delicada-
se diluya en tu rostro
de madre compresiva.
Y volaremos libres para siempre
como aladas esquirlas de la espuma.

Anuncio publicitario

Ha sido la raíz de mi locura
la que has quemado en los altares de la tarde.
Con tus ojos pintados
de célticos herrumbres,
como sacerdotisa que ensayara
su hechizo fatal ya acostumbrado,
has roto la raíz de mi delirio
y la hierves sobre el beso de la lluvia.

03/04/15

Luna llena

Luna llena

 

 

Hoy la Luna me mira con tus ojos.

Y la certeza del instante,

a pesar de los años,

se condensa, de nuevo,

por el pálpito azul de mis mejillas.



Se desliza en mi piel,

que no es sino tu piel,

pues fue esta misma Luna,

quien traspasó,

siendo custodia y umbral para dos mundos,

las puertas de tu alma

o acaso, simplemente,

de nuestra alma en constante movimiento.

Porque tú ya admirabas

la perfecta redondez de cada brillo.

Tú buscabas también entre las nubes

un nítido fulgor de nieve titilante

que calmara la densa soledad del forajido.


Y bebías del hálito lunar,

angélico matiz de su presencia,

para saciar el sigilo suplicante de mis ojos

que, atravesando el nítido espejo

de la Luna silenciosa,

en esta noche contemplabas dulcemente.  

 

01:04
03/04/15

Deseo

Deseo

                                                                                  ¿Estás? ¿No estás? Lo ignoro; sí, lo ignoro.

                                                                                            Que estés, yo lo deseo intensamente.

Dámaso Alonso


Yo deseo la flor sobre la hiedra,

la sal sobre las aguas

y un cántaro de luz sobre las nubes.

Yo deseo la pluma sobre el vientre

herido de la tarde

al lento difundirse de la luz.

Deseo pues que existas

como animal, persona, o lluvia,

y te ruego que habites, solamente,

la llama azul de mi suplicio,

y que extraigas,

de todo exánime deseo,

la savia consistente de la vida.

Nocturna siembra

Salgo a pasear -nocturno-

con la rotunda alevosía que concede

la noche y su tan cómplice espesura.

Y en el abanico de sombras superpuestas

destaca ante mis ojos

un bien labrado campo en su barbecho.

Las ondas, renombradas caballones,

segmentan rectilíneas

la tierra y su perfecto cometido.

Yo admiro su uniforme compostura

y al tiempo me parecen

el dorso no esculpido de cansados

caballitos de arena que hoy aguardan

la futura eclosión de las adelfas.


Redondo caballón que siempre aguardas

al tacto de las aguas espumosas

sobre el valle convexo de tu lomo,

y deseas la caricia del huertano

cuando ciñe en tu piel cada semilla

para ser luego el fruto de tu pose.

No dejes que otra vez la madrugada

descanse moribunda en tu barbecho,

y muéstrame el futuro de la siembra

que traerá la esperanza de otras flores

con que aguardar paciente en la mañana.
20-01-15

Idílica conciencia

 Idílica conciencia

 

«El hombre es una realidad utópica, que es y no es, que es lo que todavía no es y tal vez no pueda ser. Consiste en ser una realidad proyectiva, futuriza, deseante, nunca lograda, nunca conclusa, en suma, utópica». Julián Marías.

 


Idílica es la muerte que no ha sido,

la vida que ya fue,

el verso no expresivo

del árbol celestial de la conciencia.

 

Idílico el legajo del poema

que aún no fuera escrito,

porque sólo al calor de su conciencia

descubres lo escondido

sobre el trazo invisible de la pluma.

 

Así, utópicos, los sueños de los niños:

“Justicia, libertad”,  se graban en el fuego

de un pensamiento exiguo.

Son ceniza en la luz de la mañana

pues, una vez  ardidos,

se pierden en las ínsulas del tiempo,

cual verso suspensivo,

cual vida nunca hallada,

cual fin nunca cumplido.

 

30-11-2014

Lo inabarcable

Lo inabarcable

Lo inabarcable,

recogido en el vaso

cristalino del mar,

nos concedía aquella noche

las sílabas más tiernas, los gestos más sucintos

que emanaban su aroma de salitre y hojas secas.

Pues juntos, de la mano,

contemplamos la espuma sin saber,

sin apenas intuir

el pulso de la mar y su corriente.

Pero una paz antigua

lejana, incomprensible,

lamió nuestras pestañas

con su aliento vivaz de arena fina.

Y al asir nuestras manos

hicimos de los dedos

la trenza de un coral inextinguible.

Supimos que a pesar del tiempo y su raíz,

de lo insondable de las aguas,

la trenza de coral -varado esqueje-

erraría imposible,

perpetua en las retinas

del líquido cristal que nos sostuvo.

16-11-14.

20141115_172707