Voy a hacer algo extraordinario,
algo que realmente no aguardes,
como darte un beso mientras tus dientes muerden otra boca,
o pedirte perdón
antes, incluso,
que tu piel sienta el tacto
de mis sucias pupilas.
Si, hoy lo he decidido,
me comeré la rutina desde el hueso,
allí donde no espere mi colmillo,
para que no escape con su vuelo
de honda indiferencia.
Allí es donde puedo rodearla
con un abrazo inesperado,
detrás de algún semáforo,
o con la escucha atenta
de alguna estupidez
que quieras comentarme.
Porque hoy voy a lograr
algo extraordinario,
como creer que es posible
el milagro del amor
en el altar podrido de mi carne.
XX
La avispa de la duda,
una noche más frente al espejo,
aguijonea tu imagen,
el idílico deseo de ti mismo.
Pixel
Hanna es tan solo un nombre,
una definición, un gesto,
un impacto de pluma que se expande
perdido entre la brisa y su burbuja.
Y si además del nombre
se muestra su figura en la pantalla
-Hanna- se hace cuerpo
más allá del pixel o la huella.
Y se convierte en la frontera de lo ignoto,
en el límite mágico que a veces se conforma
al brillo de una imagen.
Ojalá esa esfinge,
esa bóveda de labios,
se torne, en otros ojos,
en el vocablo vivo
que sea capaz de, sin tocarle las pupilas,
atravesar el vientre de sus párpados.
Y así –Hanna-
te condenses del “byte” a la ternura
del timbre de la estrofa,
hasta llegar a ser, al menos,
la auténtica nostalgia de ti misma.
Pequeño
Vivo en la ciudad pequeña
de una comarca pequeña,
en un estado pequeño
de un continente pequeño.
Vivo en la esfera pequeña
de alguna estrella pequeña,
en un sistema pequeño
de una galaxia pequeña.
Y sin embargo el deseo,
por extraño que parezca,
es tan grande, tan omnívoro
que consume mi universo.
VIII
VIII
Y respiro con tu voz,
como dos almas unidas
intercambiamos alientos,
la luz, el odio.
X
X
La vida, en sí misma,
se abre paso,
continua firme hacia la nada.
Ella es el todo,
ella en si misma contiene la esencia necesaria
de toda luz,
de toda oscuridad sin argumentos.
Vida
Vida
La vida, incontenible, se desata
desde el origen mismo de su centro
hasta la cúspide finita de este día.
Ella es la fuerza incontenible,
el valor absoluto que subyace
en cualquier relativo movimiento.
Ella es el todo en nuestra nada,
burbujea en la espuma de las aguas
del mar eléctrico de invierno,
o en las pupilas tenues que lo miran
con la nostalgia del estío y sus promesas.
Se intuye por la risa de aquel niño
que no conoce el barro ni la duda,
o en las mejillas del anciano
colmadas con el poso del incienso.
Estas entre mis dedos
en el preciso instante en el que escribo
estas palabras, este verso,
la tinta derramada que solo pertenece
a tu reino infinito,
a tu continuo acontecer ineludible.
Nunca podremos poseerte,
como doncella alada te consumes
al expirar de nuestra vejez inexorable
para buscar otras mejillas,
otro surco de nervios infalibles.
Sin embargo esta tarde,
mientras escribo este poema,
me embriago de tu sal de almíbar cristalino,
y bebo de la tinta de su esencia
sintiendo el espejismo, profundo, de tocarte.
Y te amo como lluvia
que se funde al fulgor inacabado
de las aguas sin tiempo de tu rostro.
Aquellas que conducen los páramos abiertos
de toda material inexistencia.
Siento que palpo tu deriva
y me sumerjo en el matiz del infinito,
y que por un instante,
por tan solo un segundo de pestañas,
beso tu piel evanescente.
Como se besan, a lo lejos de este plaza,
siendo sin ser, sin haber sido,
inconcebibles, los amantes.
Oxford park, versión papel
Mostar
La guerra aún se esconde
en el temblor de tu mirada.
Esta en la punta de tus dedos
si señalas la orilla opuesta
del puente viejo y sus heridas.
Ellas sangran todavía
igual que lo haces tú,
de una manera casi imperceptible
que solo el visitante, que mira más allá
del estruendo de tiendas y vasijas,
es capaz de observar completamente.
Y mientras otros jóvenes
juegan a deslizarse sobre el río
y salpicar de indiferencia
las llagas de mortero en las paredes,
tu mano temblorosa,
al pronunciar los llantos nos recuerda
la lágrima escondida en cada muro
A Daniella, guía de Mostar, y a todos aquellos que sufrieron la guerra en los balcanes. 28-06-15
Agua
El agua,
continuó sucederse de la vida,
que nos muestra el misterio de sus cauces
y vértebra-imposible-
las viejas cicatrices de la tierra.
El agua,
fuente de luz inagotable,
que sacia nuestra sed
y entumece los párpados del tiempo,
cólmanos pura,
redime la pobreza de una lágrima,
y que su leve redondez
-escasa y delicada-
se diluya en tu rostro
de madre compresiva.
Y volaremos libres para siempre
como aladas esquirlas de la espuma.