Para Angélica Cerezo
Olvida toda lluvia,
los nublados momentos,
y el piso de alquiler que de nuevo compartes
donde no hiere el sol
ni si quiera en la faz del mediodía
de un domingo de marzo.
Olvídate del tren henchido de bostezos
que, adormilado en la mañana,
no logras despertar
por mucho que madrugue tu osadía
y adelantes las horas
que alejan la estación de tu trabajo.
Olvídate del tráfico
-de la marea animal
que surca la atestada bocacalle –
donde sola te hundes
sin apenas un paso que no afirme
la huella de no verse
mas libre o mas atado que las puertas
giratorias del metro.
Olvida toda nieve,
es cosa del invierno
apagarse despacio
bajo el labio del estío,
y bebe de las alas
del batiente countryside,
o del lento crepúsculo
en University park
cuando a veces despuntan los destellos
de julio -cristalino-.
No ves que ahora la tarde
ya no es extraña ni oscura
y que cubre tu piel
con esta hierba de lino
que hoy viste tus pupilas.
Dejemos que el silencio nos habite
en el remanso de este parque,
pues, cuando el invierno repose
sus alas blancas -nuevamente-
en el dintel de tu ventana,
hallarás el camino de regreso,
siguiendo la alegría de tus pasos,
a un recuerdo de luz
donde mora el fulgor de toda dicha.
Muchísimas gracias
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