La guerra aún se esconde
en el temblor de tu mirada.
Esta en la punta de tus dedos
si señalas la orilla opuesta
del puente viejo y sus heridas.
Ellas sangran todavía
igual que lo haces tú,
de una manera casi imperceptible
que solo el visitante, que mira más allá
del estruendo de tiendas y vasijas,
es capaz de observar completamente.
Y mientras otros jóvenes
juegan a deslizarse sobre el río
y salpicar de indiferencia
las llagas de mortero en las paredes,
tu mano temblorosa,
al pronunciar los llantos nos recuerda
la lágrima escondida en cada muro
A Daniella, guía de Mostar, y a todos aquellos que sufrieron la guerra en los balcanes. 28-06-15