Salgo a pasear -nocturno-
con la rotunda alevosía que concede
la noche y su tan cómplice espesura.
Y en el abanico de sombras superpuestas
destaca ante mis ojos
un bien labrado campo en su barbecho.
Las ondas, renombradas caballones,
segmentan rectilíneas
la tierra y su perfecto cometido.
Yo admiro su uniforme compostura
y al tiempo me parecen
el dorso no esculpido de cansados
caballitos de arena que hoy aguardan
la futura eclosión de las adelfas.
Redondo caballón que siempre aguardas
al tacto de las aguas espumosas
sobre el valle convexo de tu lomo,
y deseas la caricia del huertano
cuando ciñe en tu piel cada semilla
para ser luego el fruto de tu pose.
No dejes que otra vez la madrugada
descanse moribunda en tu barbecho,
y muéstrame el futuro de la siembra
que traerá la esperanza de otras flores
con que aguardar paciente en la mañana.
20-01-15
Maravillosas imágenes
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