Lo inabarcable
Lo inabarcable,
recogido en el vaso
cristalino del mar,
nos concedía aquella noche
las sílabas más tiernas, los gestos más sucintos
que emanaban su aroma de salitre y hojas secas.
Pues juntos, de la mano,
contemplamos la espuma sin saber,
sin apenas intuir
el pulso de la mar y su corriente.
Pero una paz antigua
lejana, incomprensible,
lamió nuestras pestañas
con su aliento vivaz de arena fina.
Y al asir nuestras manos
hicimos de los dedos
la trenza de un coral inextinguible.
Supimos que a pesar del tiempo y su raíz,
de lo insondable de las aguas,
la trenza de coral -varado esqueje-
erraría imposible,
perpetua en las retinas
del líquido cristal que nos sostuvo.
16-11-14.