«Valencia y nuestra pequeña historia de verano»


Valencia  y nuestra pequeña historia de verano

                                                                              Para mis primos.

Cuantas veces

en las tibias noches de Agosto

cuando la Luna ocupa el firmamento

-con esa potestad de lo que es suyo-

me he acordado de vosotras

alegres noches de estío.

Cuantas veces

después que extenuados

de burlar el precipicio de sus ramas

y exprimir el color de sus naranjas,

despiertos y en la cama

-inocentes-

cual frágiles lobeznos

hablamos bendecidos por la Luna.

Y aunque hablamos tan llenos de inconsciencia

-que dicen los mayores-

del más mínimo sueño introvertido

que brotara entre risas

de los labios desnudos cual chiquillos.

Esas noches

-dormido ya el resto de la casa-

conseguimos abrir aquella puerta,

cerrada según dogma

a la hora irreverente de los grillos,

para ver diluirse

-misterioso-

el manto azul de las estrellas.

Cuantas veces me he acordado de vosotras

vivaces noches de estío.

Y es ahora,

sentados al remanso de la plaza

después de una noche

entre vidrios vacíos y ceniza,

entre historias de escarcha

que condensan

y se ofrecen a los pies

de la diosa madrugada.

Ahora es cuando he visto,

aquel fulgor antiguo en nuestros ojos

que nace cuando un niño

y en secreto, contempla,

desnudo el blanco vientre dela Luna.

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