El cisne
No es lugar este mundo
para el sueño blanquísimo del cisne:
-Su armónico desfile
cual silueta de quimera definida,
tan denso se desliza,
tan sutil que apenas ondulara
la tensa cabellera de las aguas-.
No es el mundo lugar,
para armónicos desvelos levitantes,
de sólido suspense
de instante cerámico que quiebra,
y cae en el delirio
del vuelo imposible de la estatua.
No es lugar este mundo,
para el súbito cisne en su aleteo,
de quiebro tan liviano
que rompe las pupilas del instante,
y se aleja volátil,
diluyendo -densísimo en su vuelo-
el sueño mineral de la alegría.